lunes, 5 de octubre de 2015


 IGNACIO FELIPE SEMMELWEIS


Fue un médico húngaro de origen Alemán que consiguió disminuir drásticamente la tasa de mortalidad en un 70 % por sepsis puerperal (una forma de fiebre puerperal que se contagiaba a través de la sangre) entre las mujeres que daban a luz en su hospital mediante la recomendación a los obstetras que se lavaran las manos con una solución de cal clorurada antes de atender los partos. La comunidad científica de su época lo denostó y acabó falleciendo víctima de septicemia a los 47 años en un asilo. Algunos años después Luis pasteur publicaría la hipótesis microbiana y Joseph Lister extendería la práctica quirúrgica higiénica al resto de especialidades médicas. Actualmente es considerado una de las figuras médicas pioneras en antisepsia y prevención de la infección nosocomial o iatrogenia. Este médico se dio cuenta de lo que pasaba después de pasar mucho tiempo investigando el suceso y poco a poco descubrió la terrible catástrofe. Al poco tiempo de empezar a trabajar en la Maternidad de Viena, Semmelweis comienza a observar con preocupación la alta tasa de mortalidad entre las parturientas, entre fuertes dolores, fiebre alta y una intensa fetidez. En este hospicio se disponía de dos salas de partos: una dirigida por el doctor Klein y otra por el doctor Bartch. En la primera, la mortalidad medida en 1842 había registrado una cifra del 30%, pero en los primeros meses de 1846, el año en que el joven médico húngaro entra a formar parte de la plantilla, la cifra ronda el 96%. Utilizando un rudimentario método epidemiológico  comienza a estudiar las diferencias en ambos pabellones: El de Klein es más frecuentado por los estudiantes de medicina, quienes atendían a las parturientas después de sus sesiones de medicina forense en el pabellón de anatomía. En cambio la sala de partos de Bartch es más utilizada por las matronas, pero cuando los estudiantes visitan su sala la mortalidad también aumenta en esta. Esto le lleva a formular la ingeniosa (y correcta) teoría de que los estudiantes transportan algún tipo de «materia putrefacta» desde los cadáveres hasta las mujeres, siendo ese el origen de la fiebre puerperal.

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